The Crown ha difuminado los límites entre realidad y ficción ya desde su primera temporada. La serie no ha dudado en retorcer el orden de los acontecimientos, adornar los hechos e inventar las conversaciones privadas; pero para el creador de la serie, Peter Morgan, el verdadero objetivo ha sido siempre plasmar con autenticidad las emociones. “Hemos trabajado muchísimo en recrear la atmósfera de la época”, dice Robert Lacey, asesor histórico de The Crown, quien también colaboró con Morgan en The Queen en 2006. “Hay gente que discute mucho la precisión de los hechos, pero lo más importante es ser fiel al espíritu de los personajes y de la institución”.
Carácter y estoicismo
Desde su primera escena, la serie ha desprendido una sensación incómoda de intimidad. En ella, el actor Jared Harris, en el papel del atribulado rey Jorge VI, aparece tosiendo sangre en el Palacio de Buckingham. Su vulnerabilidad física y muerte inminente a causa de un cáncer de pulmón acaparan el foco de los dos primeros episodios, transformando al soberano de los regios retratos estatales y los billetes, en un ser aplastantemente mortal. "Hubo una generación más o menos en la que estaba de moda reírse de la monarquía, pero Peter ha demostrado que hay tomársela en serio", dice Lacey. "La gente siente por ellos un mayor respeto porque ahora entienden lo difícil que puede llegar a ser su trabajo".
A medida que se humaniza a Jorge VI, el público siente más y más empatía y admiración hacia su persona, más aún cuando se le muestra cumpliendo a rajatabla con sus obligaciones a pesar de su pobre estado de salud. Cuando su hija Isabel (Claire Foy) hereda el trono al final del capítulo 2, nuestra veneración se traspasa a ella. El personaje de Foy habla abiertamente de las presiones que conlleva la vida pública en la conversación que mantiene con Eduardo VIII (Alex Jennings) en el episodio 3.
Reevaluar el pasado
Igualmente significativo ha sido el impacto de The Crown en las generaciones más jóvenes, y más concretamente en tanto a su renovada percepción de la princesa Margarita, fallecida en 2002. En las dos primeras temporadas, el carismático retrato que hizo Vanessa Kirby de la hermana de la reina ayudó a redefinir en gran medida su imagen pública. Tachada en su día de “excesivamente corriente” y “vulgar” por contemporáneos como Nancy Mitford y Cecil Beaton, la princesa gana en pantalla una dimensión trágica. Obligada a renunciar a su matrimonio con Peter Townsend y eclipsada siempre por la reina, se refugia en un romance con Antony Armstrong-Jones que irá desintegrándose con el paso del tiempo. La interpretación que hace Helena Bonham Carter de una Margarita más entrada en años y desencantada de todo entristece aún más su figura y revela el potencial desperdiciado de una mujer que anheló por largo tiempo ser el centro de atención.
Historia reciente
Los miembros más antiguos de la familia real, de cuyas hazañas están menos al tanto los espectadores, son quizá más fáciles de reinventar en pantalla. Pero a medida que la serie se acerca a la actualidad, se vuelve cada vez más difícil dramatizar hechos que todos conocemos. La que ha salido más beneficiada de la tercera temporada ha sido la hija de la reina, la princesa Ana, deliciosa y divertida en manos de Erin Doherty. La vemos como una royal absolutamente moderna que pisotea los suelos de palacio con botas de montar, conduce cantando David Bowie e incluso tiene un lío efímero con Andrew Parker Bowles, el futuro esposo de Camilla Shand (Camilla, como ya sabemos, es hoy duquesa de Cornwall y esposa del príncipe Carlos).
A pesar de la empatía que produce este momento, se ve oscurecida por los episodios siguientes en los que vemos a Carlos cortejando a Camilla (Emerald Fennell) –relación que sigue generando controversia a pesar de los intentos de la serie de presentarla como un amor frustrado–. Para algunos, Carlos es todavía el mal marido de Diana y lo único que recuerdan de su idilio de décadas con Camilla es el escándalo de infinitas portadas, conversaciones grabadas y explosivas entrevistas en televisión.
Crisis actual
Para los fans de la serie que esperaban ver recogida la entrevista del príncipe Andrés, así como la decisión del príncipe Harry y Meghan Markle de renunciar a sus cargos en la familia real británica, la decepción ha sido tremenda. El 31 de enero de 2020, Morgan confirmó que la quinta temporada de la serie, que abarcará los años 90 y principios de los 2000, será la última. Así pues, dado que la serie no llevará a la pantalla la crisis actual de la monarquía, ¿cómo afectará la ficción a la larga a nuestra percepción de la institución y de sus miembros? Y viendo cómo se han diseccionado los infortunios que afronta La Firma por tener que vivir ante el escrutinio público, ¿se mostrarán los espectadores de The Crown más comprensivos con la marcha de los duques de Sussex? “En realidad creo que The Crown ha alimentado en gran medida la antipatía contra Harry y Meghan”, responde Lacey. “La audiencia ha visto las dificultades del cargo, sí, pero The Crown también expone que en la propia esencia de la realeza está el tener que hacer cosas que no quieres”.