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Es posible detectar señales de vida cerca de las superficies de Encélado y Europa

Ciencia y Tecnología 23 de julio de 2024 Yerandi Santana Yerandi Santana
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Es casi seguro que Europa, una luna de Júpiter, y Encélado, una luna de Saturno, tienen océanos de agua líquida bajo sus cortezas de hielo. Una nueva investigación sugiere que si estos océanos albergan vida, las señales de esa vida en forma de sustancias orgánicas como por ejemplo aminoácidos, ácidos nucleicos y otras, podrían perdurar a poca profundidad de la superficie, a donde habrían llegado mediante mecanismos comparables a los géiseres de la Tierra. Si se enviaran robots a estas lunas en busca de señales de vida, no tendrían que cavar muy hondo para encontrar esas sustancias delatadoras, si es que hay vida.

 El estudio lo ha llevado a cabo un equipo integrado, entre otros, por Alexander Pavlov, del Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA en Greenbelt, Maryland, y Anaïs Roussel, de la Universidad de Georgetown en Washington, D.C., en Estados Unidos ambas instituciones.

 Basándose en sus experimentos de laboratorio, los autores del estudio han llegado a la conclusión de que una profundidad lo bastante grande para que esas sustancias delatadoras de vida se hayan conservado suficientemente bien como para ser identificadas, es de tan solo unos 20 centímetros bajo la superficie, en el caso de terrenos de Europa ubicados en altas latitudes del hemisferio “de popa” desde el punto de vista del movimiento de Europa alrededor de Júpiter, allá donde la superficie no ha sido muy perturbada por impactos de meteoritos.

 En el caso de Encélado, prácticamente no se necesitaría cavar para detectar aminoácidos, ya que estas moléculas soportarían la radiólisis (descomposición por radiación) en cualquier punto de Encélado situado a como mínimo unos milímetros bajo la superficie.

 Las gélidas superficies de estas lunas casi sin aire son inhabitables debido a la radiación procedente tanto de partículas de alta velocidad atrapadas en los campos magnéticos de sus planetas anfitriones como de potentes fenómenos del espacio profundo, por ejemplo la explosión de estrellas. Las bajas temperaturas también son un problema. Sin embargo, bajo sus superficies heladas, ambas lunas tienen océanos de agua que se mantiene líquida por el calor derivado de la tensión estructural que ambos astros sufren en su interior por la atracción gravitatoria del planeta anfitrión de cada una y de las lunas vecinas. Estos océanos subterráneos podrían albergar vida si cuentan con las otras condiciones necesarias para ello, que son un suministro de energía (que en su caso seguramente sería de tipo químico), así como elementos y compuestos utilizados en moléculas biológicas.

NCYT

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