Entre la decepción y la lástima. Así es cómo se siente uno después de ver 'Spider-Man 3'. La vi en cines cuando se estrenó, siendo uno de los que la catalogó durante mucho tiempo como una de las peores películas de superhéroes que se han hecho (basado en el recuerdo que tenía el Marc de 13 años). No ha sido hasta hace unos días que me he enfrentado de nuevo al cierre de la trilogía del Spider-Man de Sam Raimi, en las mejores condiciones posibles: una sala de cine. Mi opinión sobre ella ha mejorado. No creo que merezca estar en el infame grupo antes mencionado, pero es imposible no sentir frustración por cómo tiraron por la borda la que podría haber sido la mejor trilogía de superhéroes de la historia.
El póster de 'Spider-Man 3' donde vemos en el reflejo de Spider-Man a él mismo con el traje negro es la mejor alegoría posible sobre la película. Por un lado, tenemos la película que Sam Raimi quería hacer y por el otro la que los productores le obligaron a hacer. La libertad de la que gozó en las dos anteriores entregas desapareció para dar paso a los caprichos de Sony, como meter a Gwen Stacy o Venom en una película donde no tenían sitio. Viendo las tres películas seguidas es imposible no identificar a Sandman como el villano del que Raimi quería hablar y a Venom como algo impostado, hecho sin esmero. Un choque constante entre buenas ideas y otras muy vagas, de las que tampoco hay que culpar siempre a Sony, pues Raimi tampoco estuvo especialmente inspirado en esta.
Su trama principal, la de Peter Parker viéndose influenciado por el simbionte, está a la altura de lo visto en sus predecesoras. Detalles como que el simbionte tiene afinidad a seres que ya tienen problemas de ego (vemos a un Peter un poco crecidito desde los primeros minutos) o la ridiculización de Peter cuando el simbionte lo tiene más controlado (una fábrica de memes) hacen crecer al personaje en profundidad. También es la película donde Mary Jane es más interesante, confrontando su fracaso como actriz en el teatro con el (merecido) reconocimiento que está recibiendo Spider-Man, pero el otro personaje principal de la saga, Harry Osborn, da la sensación de que se lo querían quitar de encima durante todo el nudo de la película. Además lo hacen con uno de los trucos de guion más baratos: amnesia.
El guion de Alvin Sargent está muy desequilibrado. Hay buenas ideas, algunas desastrosas y en prácticamente ningún caso su desarrollo es redondo. La dirección de Raimi, aun contando con algunos buenos momentos, está muy descafeinada. Está mucho más cerca de lo que hizo en 'Doctor Strange en el multiverso de la locura' que del Raimi de las dos anteriores u otras películas de su filmografía. Para ser más directo, 'Spider-Man 3' parece un encargo, mientras que las otras dos sí se sienten como realmente suyas. Quizá soy un poco pesado con esto, pero es que Sam Raimi como autor es inseparable de lo que hacen especiales a las dos películas anteriores, y aquí está apagado. Para rematar la faena, está el tercer acto, desastroso a todos los niveles y dándole un final decepcionante a la trilogía.
No sé si algún día veremos una 'Spider-Man 4'. Existen rumores, y Sam Raimi ha dicho en alguna ocasión que no le importaría hacer una nueva entrega del hombre araña con Tobey Maguire. Con lo que vende la nostalgia hoy en día, yo veo casi imposible que Disney/Sony no aprovechen el tirón de 'Spider-Man: No Way Home' y anuncien en algún momento esta supuesta cuarta entrega. Si pasa, teniendo en cuenta el estado actual del blockbuster y de las películas de superhéroes, no sé hasta qué punto me alegraré. Pero el universo y los personajes creados por Sam Raimi y su equipo merecen un final a la altura, un cierre como Dios manda, y no 'Spider-Man 3'. De momento, esto es lo que hay.