Caso de abusos sexuales a menores destruye la reputación del Gobierno británico
Internacionales04/01/2025Celia SantanaEl Reino Unido se está viendo sacudido por un nuevo revuelo que desató críticas y polémica, no solo hacia el Gobierno del actual primer ministro del país, Keir Starmer, sino también hacia los anteriores con reproches de que hicieron la vista gorda frente al llamado escándalo en torno a las redes de explotación sexual de menores a lo largo del país, especialmente, en la ciudad de Rotherham.
Esta semana, en el debate que se convirtió en el principal tema nacional, se involucraron el empresario estadounidense Elon Musk, la escritora británica J.K. Rowling y la ex primera ministra del Reino Unido Liz Truss, entre otros, pronunciándose en torno al asunto, pero ¿qué hay detrás?
¿Cómo se supo del caso?
De acuerdo con un reportero de GB News, que hizo una publicación de hilo en su cuenta de X sobre el escándalo de las redes británicas de abuso sexual de menores, los primeros reportes de bandas de hombres que abusaban de menores en la calle se remontan a la década de 1970.
Sin embargo, la primera vez que el problema llamó atención fue cuando la entonces diputada laborista Ann Cryer expresó en 2002 su preocupación por el acoso de «jóvenes hombres de Asia [del Sur]» a niñas en la puerta de los colegios en la ciudad de Rotherham. Según recuerda, su ‘batalla’ comenzó cuando siete madres acudieron a ella para denunciar que sus hijas habían sido manipuladas sexualmente por jóvenes de la comunidad pakistaní. Pero nadie parecía tomar en serio sus peticiones ni confiar en sus denuncias. En 2003, muchos miembros de su propio partido acusaron a Cryer de racismo.
Más tarde, el periodista de The Times Andrew Norfolk logró llegar a la verdad. Al principio —admite—, al escuchar los detalles de las acusaciones de niñas, en su mayoría blancas, contra perpetradores, en general, británico-pakistaníes, no quiso seguir con el tema. «Inmediatamente pensé que era una historia de ensueño para la extrema derecha», confesó, añadiendo que solamente cuando empezó a investigar el caso por su propia cuenta, comprendió que se trataba de algo mucho más serio y, sobre todo, real.
En cuanto publicó su primer artículo abordando el caso, fue atacado tanto por quienes lo consideraban racista como por partidarios de la ultraderecha que querían que escribiera más sobre ‘el racismo antiblanco‘. No obstante, sus artículos, junto con el juicio de 2012 a la red de abuso sexual infantil de Rochdale, llevaron al Comité de Asuntos Internos de la Cámara de los Comunes a dedicar sesiones al asunto.
Luego, en agosto de 2014, salió a la luz un informe, fruto de una investigación dirigida por la profesora Alexis Jay, que concluyó que aproximadamente 1.400 menores, de diversos orígenes, habían sido abusados sexualmente en Rotherham entre 1997 y 2013 por hombres británicos de origen pakistaní, aunque también había implicados de raíces kurdas y kosovares.
¿De qué se trata?
«Nadie conoce la verdadera dimensión de la explotación sexual infantil en Rotherham a lo largo de los años. Nuestra estimación conservadora es que aproximadamente 1.400 criaturas fueron explotadas de 1997 a 2013″, así se describe la principal conclusión de la investigación llevada a cabo por Alexis Jay.
Numerosas menores fueron violadas por varios hombres, así como llevadas a otras ciudades y localidades del norte de Inglaterra, secuestradas, golpeadas e intimidadas; algunas, incluso niñas de tan solo 11 años, eran objeto de violaciones en grupo y tráfico de drogas. Varias, denuncia el informe, «fueron rociadas con gasolina y amenazadas con ser quemadas vivas, amenazadas con pistolas, obligadas a presenciar violaciones brutales y amenazadas con ser la siguiente si decían algo».
Años después de haber sido víctimas de abusos, ciertas chicas se hicieron adictas a las drogas y al alcohol; otras sufrían estrés postraumático, además de otros problemas psicológicos y de salud mental. En varios casos, se produjeron embarazos, abortos espontáneos e interrupciones.
En muchos casos, los perpetradores regenteaban locales de comida rápida o trabajaban como taxistas. Primero invitaban a sus víctimas a comer, las embaucaban, iban en coche a recogerlas al colegio, les hacían regalos, como teléfonos móviles para poder comunicarse. Y después acababan drogándolas y abusando de ellas, porque tenían su control psicológico absoluto.
¿Qué pasó después?
Tras presentar su reporte, Alexis Jay aseveró que los encargados de proteger a los niños fracasaron pese a los tres informes elaborados entre 2002 y 2006, que «no podrían haber sido más claros en describir la situación en Rotherham». «Para 2005, es difícil creer que ciertos altos funcionarios […] no estuvieran al tanto del problema», denunció Jay, detallando que «varios empleados han descrito su nerviosismo a la hora de identificar el origen étnico de los perpetradores por miedo a ser considerados racistas; otros recuerdan instrucciones muy claras de sus superiores para que no lo hicieran».