
Cáncer de próstata: cuáles son los síntomas y cómo se trata la enfermedad que tiene Joe Biden
Salud20/05/2025

El ex presidente estadounidense Joe Biden fue diagnosticado con un cáncer de próstata con metástasis en los huesos a sus 82 años, una forma de la enfermedad considerada agresiva. Según el comunicado oficial difundido por su oficina este 18 de mayo, el tumor es sensible a las hormonas, lo que abre la posibilidad de tratamientos que podrían controlar su progresión. La información indica que Biden y su entorno familiar están considerando distintas alternativas terapéuticas junto a su equipo médico.
El diagnóstico del ex mandatario reaviva la atención pública sobre una enfermedad que afecta a millones de personas. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se diagnostican alrededor de 1,5 millones de casos nuevos cada año a nivel mundial.
Desde la Sociedad Americana Contra el Cáncer afirman que el cáncer de próstata es el segundo tipo de cáncer más frecuente entre los hombres en Estados Unidos, después del cáncer de piel, y una de las principales causas de muerte oncológica en ese grupo. Según el Instituto Nacional del Cáncer de EE.UU., aproximadamente uno de cada ocho hombres en ese país recibirá este diagnóstico a lo largo de su vida.
Qué es la próstata y cómo se origina el cáncer
La próstata es una glándula del tamaño de una nuez que forma parte del aparato reproductor masculino. Se ubica justo debajo de la vejiga, delante del recto, y rodea la uretra, el conducto que transporta la orina. Su función principal es producir parte del líquido que compone el semen. A medida que los hombres envejecen, tiende a aumentar de tamaño, lo cual puede provocar -en algunos casos- dificultades urinarias, aunque esto no necesariamente indica la presencia de un tumor maligno.
Según la Sociedad Americana Contra el Cáncer, el cáncer de próstata se inicia cuando las células de la glándula comienzan a multiplicarse sin control. La mayoría de los casos corresponden a adenocarcinomas, un tipo de cáncer que se origina en las células glandulares responsables de producir el líquido prostático. Otros subtipos, como los carcinomas de células pequeñas o los sarcomas, son menos frecuentes.
Sus causas exactas aún no se conocen completamente. Sin embargo, estudios citados por la Mayo Clinic y MedlinePlus identifican varios factores de riesgo asociados:
La edad, especialmente después de los 50 años.
Los antecedentes familiares.
Ciertas mutaciones genéticas heredadas.
La obesidad y el tabaquismo.
Estrategias de tratamiento
El abordaje terapéutico depende del estadio, el grado de Gleason, la edad del paciente y sus condiciones generales de salud, entre otros factores. De acuerdo con la Mayo Clinic y el Instituto Nacional del Cáncer, algunas de las opciones incluyen:
1. Vigilancia activa: consiste en monitorear el cáncer sin intervención inmediata. Se utiliza en casos de bajo riesgo, con exámenes periódicos de PSA, resonancias y biopsias. Es una estrategia válida para tumores que crecen lentamente o en pacientes de edad avanzada.
2. Cirugía: la prostatectomía radical implica la extirpación de la próstata y, a veces, de los ganglios linfáticos cercanos. Puede realizarse por vía abierta, laparoscópica o robótica. Es común en tumores localizados, pero puede generar efectos secundarios como incontinencia urinaria o disfunción eréctil.
3. Radioterapia: puede administrarse externamente (radiación dirigida desde fuera del cuerpo) o internamente (braquiterapia, con semillas radiactivas dentro de la próstata). También se utiliza en combinación con hormonoterapia o después de una cirugía para eliminar células residuales.
4. Terapia hormonal: también conocida como terapia de privación androgénica, busca reducir los niveles de testosterona, hormona que alimenta el crecimiento de las células cancerosas. Puede lograrse mediante medicamentos o con una orquiectomía (extirpación de los testículos). Según Mayo Clinic, la terapia hormonal es una de las estrategias iniciales más comunes en pacientes con metástasis.
5. Quimioterapia: es un tratamiento que utiliza medicamentos para atacar las células cancerosas que se multiplican rápidamente. En el caso del cáncer de próstata, se emplea principalmente en etapas avanzadas, especialmente cuando la enfermedad se ha diseminado fuera de la glándula. Su objetivo es reducir la carga tumoral, enlentecer la progresión del cáncer y aliviar síntomas asociados. Puede generar efectos adversos como cansancio extremo, mayor susceptibilidad a infecciones y alteraciones en los nervios periféricos.
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