

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la demencia es un término que engloba varias enfermedades que afectan a la memoria, el pensamiento y la capacidad para realizar actividades cotidianas, y se estima que cada año se producen casi 10 millones de casos nuevos.
El 71% de los participantes de un programa de cambios intensivos de hábitos de estilo de vida, mejoró su rendimiento cognitivo en pruebas estándar, mientras que ninguno de los integrantes del grupo de control (que no introdujo cambios de comportamiento en su vida cotidiana) experimentó mejoras y un 68% presentó deterioro, según el estudio publicado en Alzheimer’s Research and Therapy. Según la investigación, aunque no todos los integrantes del grupo de intervención, compuesto por 26 personas, experimentaron beneficios, algunos obtuvieron mejores resultados en tres de cuatro pruebas estandarizadas.
Los nuevos hallazgos reflejan lo que otras investigaciones han asegurado sobre las intervenciones en el estilo de vida ante el Alzheimer, como el estudio US POINTER, el ensayo clínico que examina cómo un estilo de vida saludable puede mejorar la salud cerebral.
Los participantes se distribuyeron aleatoriamente en dos ramas: una con intervención autoguiada y otra con intervención estructurada. Ambos enfoques se basaron en cinco componentes: ejercicio físico, dieta, actividades de estimulación cognitiva, vínculo social y vigilancia de la salud vascular, pero la intensidad y el acompañamiento variaron en cada caso.
En el grupo autoguiado, la intervención incluyó solo seis contactos, educación sobre ejercicio, nutrición y salud, además de reuniones grupales y consultas clínicas extras. El grupo estructurado, en cambio, contó con un plan más intensivo formado por 38 encuentros grupales, 26 seguimientos telefónicos sobre la dieta, siete sesiones de coaching en salud, cuatro controles clínicos y soporte adicional según requerimiento.
Parte de la rutina semanal consistió en cuatro entrenamientos aeróbicos de alta intensidad, dos sesiones dedicadas a fuerza, dos a estiramiento y equilibrio, seguimiento de la dieta MIND y realización de ejercicios cognitivos computarizados al menos tres veces por semana.
Pasados los dos años, ambos grupos mostraron avances en el puntaje compuesto para memoria, agilidad mental y función ejecutiva. El grupo estructurado presentó una mejora de 0,243 desviaciones estándar, mientras que el autoguiado avanzó 0,213 desviaciones estándar. La diferencia adicional fue estadísticamente significativa (P=.008), aunque modesta en términos clínicos: 0,029 desviaciones estándar, lo que supone un beneficio relativo cercano al 14%.
La tendencia positiva se reflejó en subgrupos predefinidos, incluyendo diferentes franjas etarias, sexo, portadores o no del gen APOEε4 y personas con riesgo cardiovascular. El grado de compromiso fue alto: menos del 4% desistió y un 89% completó todas las evaluaciones a lo largo de los 24 meses.
En América Latina, la neuropsicóloga Lucía Crivelli lidera investigaciones sobre intervenciones multidominio enfocadas en la prevención del deterioro cognitivo, adaptando y validando protocolos como el US POINTER según las características socioculturales regionales. Su línea de investigación se centra en determinar la eficacia de intervenciones relacionadas con la actividad física, la alimentación, la estimulación cognitiva y la salud vascular en diferentes poblaciones fuera de Estados Unidos y Europa. Por caso, un informe de la revista The Lancet planteó que el 45% de los casos de demencia podrían evitarse si se identifican y controlan los factores de riesgo a lo largo de la vida.
Los cuatro pilares del doctor Ornish
Según el doctor Ornish, los cambios de estilo de vida, a los que él llama “comer bien, moverse más, estresarse menos y amar más”, ya demostraron ser efectivos en casos de enfermedad coronaria según un ensayo. Los cuatro pilares son los siguientes:
- Comer bien
Una forma de alimentación basada en plantas, rica en frutas, verduras, cereales integrales y legumbres, y naturalmente baja en grasas, carbohidratos refinados y azúcar. - Moverse más
Treinta minutos diarios de actividad cardiovascular moderada y entrenamiento de fuerza se asocian con una mayor vitalidad y al mismo tiempo reducen la ansiedad y la depresión. - Menos estrés
Técnicas como la meditación, el estiramiento, la respiración y la imaginación permiten a las personas relajarse, liberar el estrés y reaccionar de formas más saludables. - Amar más
Las personas con fuertes redes de apoyo psicosocial tienen más probabilidades de tener una mejor calidad de vida a lo largo de períodos de vida más prolongados.
Durante la intervención de Ornish, un grupo de participantes siguió una dieta vegana estricta, realizó ejercicio diario, prácticas de reducción de estrés y participó en sesiones grupales de apoyo guiadas por terapeutas. Además, el programa incluyó meditación, respiración, yoga y la promoción de un sueño reparador.
Todos los miembros recibieron suplementos como multivitamínico, omega 3 con curcumina, coenzima Q10, vitamina C y B12, magnesio, probiótico y hongo melena de león. Las personas del grupo de intervención que se esforzaron más por cambiar su estilo de vida experimentaron la mayor mejora en su cognición, confirmó Ornish. Entre las indicaciones del doctor Ornish, se encuentra evitar el azúcar para un cerebro saludable.




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