

Con el Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud, el cual se celebra cada 2 de diciembre, se recuerda la resolución A/RES/317(IV) de 1949, cuando la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó el Convenio para la Represión de la Trata de Personas y de la Explotación de la Prostitución Ajena. Este consenso pasa por conocimiento de cuáles son las formas de esclavitud moderna, que incluye formas tradicionales junto con nuevas modalidades:
Trabajo forzoso: todo tipo de trabajo que se realiza de manera involuntaria y bajo amenaza de una pena cualquiera. En estas situaciones, las personas están forzadas a trabajar mediante el uso de violencia o intimidación, retención de documentos de identidad o amenazas de denuncia a las autoridades de inmigración.
Trata: traslado o recepción de personas recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción como el rapto, el fraude, el engaño, el abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad, como también a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona con fines de explotación, ejerciéndose estos mecanismos desde la posición de una persona con autoridad sobre otra.
Matrimonio infantil: matrimonio formal o unión informal antes de los 18 años. Éste es también una estrategia para la supervivencia económica, pues algunas familias casan a sus hijas a una edad temprana para reducir su carga económica.
Trabajo infantil: suele definirse como todo tipo de trabajo que priva a los niños de su niñez, su potencial y su dignidad, pues éste resulta perjudicial para su desarrollo físico y psicológico.
Por primera vez en dos décadas aumentó el número de niñas, niños y adolescentes que trabajan, la mayoría de ellos en labores de alto riesgo para su edad. La crisis por la covid-19 podría incluso elevar esa población a más de 200 millones el próximo año.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) realizó una investigación. El número de niños en situación de trabajo infantil se eleva actualmente a 160 millones en todo el mundo, tras un aumento de 8.4 millones en los últimos cuatro años, y varios millones de niños más se encuentran en situación de riesgo debido a los efectos de la COVID-19, según se desprende de los resultados de un nuevo informe conjunto de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y UNICEF.
El 6.2% de ellas y ellos vive en América Latina y el Caribe, es decir, 8.2 millones. En África subsahariana está casi una quinta parte de las niñas, niños y adolescentes que trabajan en el mundo. Ahí radica el 24% de la población infantil trabajadora, lo que representa 86.6 millones. De esa cantidad, 16.6 millones comenzaron a laborar a partir de esta pandemia.
Ante este panorama, el objetivo 8° de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 promueve el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todas las personas; no obstante, éste no podrá alcanzarse a menos que se intensifiquen en forma drástica los esfuerzos para eliminar la esclavitud; en específico para hacer eco de la meta 8.7: “Adoptar medidas inmediatas y eficaces para erradicar el trabajo forzoso, poner fin a las formas contemporáneas de esclavitud y la trata de personas y asegurar la prohibición y eliminación de las peores formas de trabajo infantil, incluidos el reclutamiento y la utilización de niños soldados, y, de aquí a 2025, poner fin al trabajo infantil en todas sus formas”.