“Mamá, papá, quiero un pintalabios”: ¿a qué edad recomiendan los expertos empezar a maquillarse?

Moda y Belleza 12 de junio de 2024 Yerandi Santana Yerandi Santana
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El dilema no es nuevo, pero se ha acentuado. Según las expertas consultadas, la realidad que ven los adolescentes y los niños en redes suele ser “sesgada, prefabricada y en muchos casos financiada por empresas que quieren vender sus productos”. Una realidad en la que el ideal de belleza está cada vez más presente, siendo al mismo tiempo más inalcanzable que nunca.

Penelope Disick, la hija de Kourtney Kardashian y Scott Disick, tiene solo 11 años, pero en su cuenta de TikTok (5,4 millones de seguidores) comparte vídeos en los que se maquilla, se hace manicuras o prepara su rostro con múltiples productos. Su prima North West ya apareció con los labios pintados de rojo cuando tenía cinco años, en la cuenta de Instagram de su madre, Kim Kardashian (362 millones de seguidores). En una entrevista reciente con Bustle la estrella confesó que se arrepentía, “¿lo volvería a hacer?, probablemente no”, pero su hija, ahora con 10 años, aparece frecuentemente maquillada en el reality de la familia. Eso sí, ya con productos más sutiles que un carmín.

Las pequeñas del clan Kardashian no son representantes de toda una generación, pero sí ejemplo para muchos. Como ya hicieron sus progenitoras con el ideal del cuerpo hace una década (y, más recientemente, retirándose prótesis y rellenos para aspirar a una delgadez con menos curvas), sus decisiones marcan y son expresión de una tendencia innegable: los menores cada vez acceden antes al mundo de la belleza.

En Corea del Sur, probablemente la sociedad más entregada a las apariencias físicas de todo el mundo, un 43% de las niñas de la escuela primaria (hasta 12 años) usan maquillaje a diario según el investigador Kim Ju-duck, en una serie de datos inquietantes recogidos en el libro de Elise Hu, Flawless. Muchos aseguran que el país marca el futuro y el camino que después va recorriendo Occidente, algo que ya ha sucedido, por ejemplo, con las intervenciones de medicina estética. En este lado del mundo el fenómeno de los Sephora Kids ha rellenado ya demasiados bits en internet, mientras la industria cosmética se frota las manos y entrena cómo seducir a los alfa (los menores de 15 años), un ingente nicho de negocio que en 2025 estará formado por 2.200 millones de personas. El auge en las últimas temporadas del gloss (un sutil brillo de labios que suele ser el primer cosmético de color para muchas adolescentes) o del colorete seguramente vayan en esta línea.

Gabriel Llano, peluquero, maquillador y propietario de un salón homónimo en Madrid confirma el aumento de la petición de servicios entre adolescentes: “A partir de los 16 años ya vemos una mayor demanda de maquillajes para eventos, pero no solemos recibir peticiones de maquillaje para edades inferiores”. Entonces, en su salón apuestan por centrar el look en la luminosidad: “Maquillajes muy suaves, jugosos, con pocos artificios”.

Un brochazo con muchas aristas
El dilema sobre cuándo dejar a un menor utilizar maquillaje no es nuevo y cualquier lector de la generación que sea podrá recordar batallas caseras similares por salir a la calle con unas mejillas subidas de tono. Pero el escenario hiperconectado actual, más agresivo que nunca, ha rebajado las edades y elevado las presiones. “El acceso al mundo y la forma de enfrentarse a él es, en su mayoría, a través de una pantalla”, señala Rocío Rodríguez Dionisio, psicóloga sanitaria y psicoterapeuta especializada en trastornos de la conducta alimentaria e imagen corporal. “Es frecuente el acceso ilimitado a información, a veces sin supervisión y a veces inapropiada para la edad y momento del desarrollo que atraviesan, algo que puede ser perjudicial para la salud mental. Además, la realidad que se les revela de las vidas de las personas en las redes sociales suele ser sesgada, prefabricada y en muchos casos financiada por empresas que quieren vender sus productos”. Una realidad en la que el ideal de belleza está cada vez más presente, siendo al mismo tiempo más inalcanzable que nunca.

Como con la disyuntiva sobre cuándo dejar un teléfono móvil, prohibir el maquillaje a perpetuidad no es una opción. La primera aproximación que los niños tienen con él, generalmente por imitación, forma parte del juego. Sara Noguera, experta en crianza, autora de Ser madre es fácil (cuando no tienes hijos) y de la comunidad Kimudi Crianza, prefiere hablar entonces de pintarse: “El juego es un derecho y, sobre todo, tiene que ser un disfrute. A edades tempranas los niños y niñas no quieren jugar a maquillarse, quieren jugar a pintarse la cara: como un tigre, una mariposa, un superhéroe… no buscan ocultar sus rasgos, quieren impersonar para dar realismo a su juego. Si el juego es pintarse, no hay una edad apropiada, será cuando sea que lo disfruten; pero maquillarse entra dentro de un marco social más complejo y es importante esperar a que sus cerebros estén más maduros”.

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