La adicción al colorete existe, se llama blush blindness y puede quedar genial o ser un cuadro

Moda y Belleza09 de julio de 2024Yerandi SantanaYerandi Santana
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En el camino hacia un maquillaje cada vez más natural y con el que la piel no quede enmascarada bajo capas y capas de base o corrector, el rubor de mejillas se ha convertido en ese cosmético ineludible en cualquier look.

 Puedes prescindir de iluminador o máscara de pestañas, pero jamás de colorete. No es una afirmación banal, es un hecho. Mira por ejemplo a Hailey Bieber, defiende pasar de los ojos maquillados, pero su piel siempre está iluminada y sus pómulos profusamente coloreados.

 Convertida en icono de maquillaje, la empresaria que puso de moda el brillo glaseado en los labios, las uñas y la piel es también un icono del uso indiscriminado del colorete, extendiéndolo más allá de su zona de influencia habitual y aplicando capas y capas hasta intensificarlo de forma considerable.

 Hailey Bieber es una de las enfermas de blush blindness o ceguera de colorete, pero no es la única celeb que padece esta “enfermedad” que, bien entendida, favorece, pero que puede convertir un maquillaje natural en un disfraz de payaso.

Se llama blush blindess porque, como si de la primera etapa de una adicción se tratara, señala casos en los que se aplica tanto colorete para maquillarse, que sufres una especie de dismorfia de rubor. Es decir, nunca es suficiente y cuando llevas varias capas de texturas y colores sobre tus pómulos, sufres una ceguera que te hace no ver que ya hay suficiente.

 Esas pieles en las que se aprecia la textura, que tienen un tono uniforme pero no mucho maquillaje, que rezuman hidratación y luz… Ese ‘clean look’ que ha seducido a la generación Z es la perfecta base para un colorete potente. Sobre ellas es donde apreciamos las mejillas sonrosadas, prácticamente en todo el tercio medio.

AV

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