¡Cuidado! no bajes el inodoro con la tapa abierta

Curiosidades 02 de febrero de 2024 Kiry Jiménez Kiry Jiménez
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En ocasiones, ya sea por olvido o imprudencia, algunas personas tiran de la cadena con la tapa del inodoro levantada. Pero los expertos tienen razones para confirmar que esta es una práctica totalmente desaconsejada, sobre todo por razones de higiene y seguridad.

Recientemente, gracias al empleo de una novedosa herramienta lumínica, un grupo de científicos descubrió lo que aparece –y no se ve a simple vista-, tras tirar de la cadena. Los resultados de la investigación se publicaron en 2022 en la revista Scientific Reports.

En concreto, el equipo de ingenieros de la Universidad de Colorado (EE UU) realizó un experimento con láseres verdes brillantes y cámaras con el fin de revelar cómo diminutas gotas de agua, invisibles a simple vista, son expulsadas rápidamente al aire cuando se tira de la cadena de un váter público sin tapa.

Los investigadores lograron visualizar directamente propagación de aerosoles, así como medir la velocidad y la dispersión de las partículas que lo componen.

Se sabe que estas partículas en aerosol transportan patógenos y podrían suponer un riesgo de exposición para las personas que frecuentan ese ambiente, sobre todo en espacios públicos. Ahora bien, estos hallazgos también sacaron a la luz metodologías para ayudar a reducir la posible exposición a enfermedades.

“Si es algo que no puedes ver, es fácil fingir que no existe. Pero si vieran lo que grabamos, nunca volverían a pensar en la cisterna del váter de la misma manera”, afirmó John Crimaldi, autor principal del estudio y catedrático de ingeniería civil, medioambiental y arquitectónica. Y es que, “al crear imágenes visuales espectaculares del proceso, se puede hacer una idea de lo que supone para la salud pública”, según los investigadores.

Los investigadores saben desde hace más de 60 años que, cuando se tira de la cadena de un inodoro, los sólidos y los líquidos bajan como está previsto, pero también se liberan al aire partículas diminutas e invisibles.

Estudios anteriores ya habían utilizado instrumentos científicos para detectar la presencia de estas partículas en el aire por encima de los inodoros demostrando que las más grandes pueden caer sobre las superficies circundantes. Sin embargo, fue a partir de este trabajo cuando se supo qué aspecto tenían esas partículas y cómo llegaban hasta allí.

Inodoro, un gran invento

“Comprender las trayectorias y velocidades de estas partículas -que pueden transportar patógenos como E. coli, C. difficile, norovirus y adenovirus- es importante para mitigar el riesgo de exposición mediante estrategias de desinfección y ventilación, o un mejor diseño de los inodoros y las cisternas”, en palabras de los investigadores.

Sin embargo, aunque el virus causante del covid-19 (SARS-CoV-2) está presente en los desechos humanos, actualmente no hay pruebas concluyentes de que se propague eficazmente a través de los aerosoles de los inodoros.

“La gente ha sabido que los retretes emiten aerosoles, pero no ha podido verlos”, afirma Crimaldi. “Demostramos que se trata de una dispersión y propagación más rápida de lo que creaíamos”.

El estudio descubrió que estas partículas suspendidas en el aire salen disparadas rápidamente, a velocidades de 2 metros por segundo, y alcanzando hasta un metro y medio por encima del inodoro en tan solo 8 segundos.

Además, según estos expertos, las gotas más grandes tienden a depositarse en las superficies en cuestión de segundos, mientras que las partículas más pequeñas (aerosoles de menos de 5 micras, o una millonésima parte de un metro) pueden permanecer suspendidas en el aire durante varios minutos.

Es por ello que los expertos sugieren que no sólo deberíamos preocuparnos por las deposiciones en sí, sino por todo lo que sale desde la taza del váter. Muchos otros estudios han demostrado que los patógenos pueden persistir en el inodoro incluso después de 12 descargas de la cisterna, lo cual aumentaría el riesgo potencial de exposición.

“El objetivo del inodoro es eliminar eficazmente los residuos de la taza, pero también hace lo contrario, es decir, pulverizar gran parte del contenido hacia arriba”, explica Crimaldi. “Nuestro laboratorio ha creado una metodología que sienta las bases para mejorar y mitigar este problema”, concluyó.

Un riesgo invisible

La idea de utilizar la tecnología del laboratorio para rastrear lo que ocurre en el aire después de tirar de la cadena de un inodoro fue fruto de la “comodidad, la curiosidad y las circunstancias”, según los propios investigadores.

Durante el experimento utilizaron dos láseres: uno brillaba continuamente sobre el retrete y por encima de él, mientras que el otro enviaba pulsos rápidos de luz sobre la misma zona. El láser constante revelaba en qué parte del espacio se encontraban las partículas suspendidas en el aire, mientras que el láser pulsante podía medir su velocidad y dirección. Mientras tanto, dos cámaras tomaban imágenes de alta resolución.

El retrete en sí era del tipo habitual en los baños públicos norteamericanos: una unidad sin tapa acompañada de un mecanismo cilíndrico de descarga -manual o automático- que sobresale por la parte trasera cerca de la pared. El inodoro, nuevo y limpio, se llenaba sólo con agua del grifo.

Comprobaron que las partículas más pequeñas, no sólo quedaban suspendidas en el aire durante más tiempo, sino que además también pueden llegar a los pelos de la nariz y penetrar en los pulmones, lo que las hace más preocupantes para la salud humana.

Aunque estos resultados pueden ser desconcertantes, los autores creen que podría servir para que expertos en fontanería y salud pública considerasen una forma coherente de poner a prueba la mejora del diseño de las tuberías y las estrategias de desinfección y ventilación, con el fin de reducir el riesgo de exposición a patógenos en los aseos públicos.

Muy interesante 

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