¿Cómo fomentar la empatía en los niños?

Curiosidades 03 de abril de 2023 Margarita Victorino Margarita Victorino
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Los seres humanos somos individuos de naturaleza social. Por ello, la búsqueda de conexión con los demás forma parte de nuestro instinto. El grupo y la compañía son esenciales para nuestra supervivencia, por lo que aprender a relacionarnos de forma adecuada es un aspecto muy importante. A pesar de nuestra tendencia social innata, no todo el mundo es igualmente hábil a la hora de comprender las emociones, pensamientos y acciones de los demás. Esta capacidad, que se conoce comúnmente como empatía, constituye un elemento esencial para la formación de vínculos interpersonales saludables y la vida en sociedad. Por ello, durante la infancia es altamente aconsejable poder educar a los más pequeños en empatía. En este artículo comentaremos algunas claves para conseguirlo.

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¿Qué es la empatía?

La empatía se define como la habilidad para entender y compartir los sentimientos y experiencias de otras personas. Cuando empatizamos con alguien, somos capaces de ponernos en los zapatos del otro. Esto nos permite imaginarnos en su lugar y conectar con lo que puede estar viviendo como si lo experimentáramos en primera persona.

La empatía nos permite romper con el egocentrismo y entender que aunque hayamos pasado por una situación parecida a la de otra persona, ella puede vivirla de forma totalmente diferente. La tendencia a empatizar es lo que nos hace humanos, aunque no todos los individuos muestran la misma facilidad para llevarla a cabo.

Mientras que algunos parecen mostrar una facilidad enorme para comprender a los demás, hay personas que pueden tener dificultad para entender lo que el otro siente y piensa. Incluso, hay quienes muestran una ausencia total de empatía, lo que muchas veces se asocia con perfiles criminales. Las personas empáticas suelen tener una serie de características comunes:

Sensibilidad: La empatía se asocia con la sensibilidad hacia los sentimientos ajenos. Aunque ser sensible puede ser una cualidad, muchas veces puede convertirse en un problema. A veces, la empatía mal entendida puede llevarnos a sufrir demasiado por los problemas de los demás e incluso provocar una implicación excesiva en situaciones conflictivas que no tienen que ver con nosotros. Por lo tanto, esta sensibilidad puede ser un caramelo envenenado dependiendo del caso.

Capacidad de escucha: Las personas empáticas suelen ser hábiles a la hora de escuchar de manera sincera al otro. No se limitan a oír, sino que realmente se involucran en la conversación, hacen preguntas y refuerzan lo que el otro les está contando. Por ello, suelen ser de gran apoyo para quienes están a su alrededor.

Pensamiento flexible: Las personas empáticas saben analizar la realidad de forma moderada y flexible, teniendo presentes todos los matices que hay en cada situación. Por ello, evitan caer en pensamientos dicotómicos en términos de todo o nada.

Tolerancia: La empatía también se vincula con la tolerancia y el respeto a los demás. Lejos de imponer su criterio, comprenden que otros pueden actuar de manera diferente a cómo ellos lo harían. Tienen una visión más abierta de las cosas y esto les permite ser tolerantes ante otros puntos de vista y realidades.

Habilidades comunicativas: Las personas empáticas suelen ser también buenas comunicadoras. Además de expresarse de manera clara y fluida, dominan los aspectos no verbales. De la misma manera, son muy sensibles al lenguaje no verbal que emite su interlocutor, por lo que captan a la perfección pequeños matices como gestos, tono en la voz, miradas, etc.

Bondad: La empatía hace que las personas posean más bondad y se alejen de estereotipos y prejuicios. No juzgan a los demás antes de tiempo y siempre presuponen que los otros también son buenos por naturaleza.

Asertividad: Las personas empáticas suelen ser asertivas, es decir, son buenas comunicando sus necesidades y deseos sin que esto suponga pisar los de los demás. Nunca caen en un estilo agresivo ni avasallan a los demás, pues son conscientes de que esto podría herir a la otra persona. En algunos casos, cuando la empatía no se gestiona de manera correcta es posible que se pierda la capacidad asertiva en favor de un estilo más pasivo y sumiso. En este caso, pensar tanto en los demás puede jugar en contra, haciendo que la persona se olvide de sus propias necesidades y derechos.

Algunas claves para fomentar la empatía en los niños

Ahora que ya hemos definido qué entendemos por empatía, vamos a comentar algunas claves importantes para educar a los más pequeños en este valor tan esencial.


1. Empatiza con tu hijo
A la hora de enseñar valores debes tener en cuenta que los padres son el mejor modelo a seguir para un niño. Por ello, tu capacidad para empatizar es determinante a la hora de enseñarle a comprender las emociones de los demás. Ser un padre o madre empático potencia la habilidad de los hijos para hacer lo propio. Trata de escuchar a tu hijo y estar atento a sus necesidades y experiencias, sin infravaloradas o ignorarlas.

Si tú mismo eres capaz de mostrar un interés real hacia lo que piensa y siente, ya tendrás mucho trabajo hecho. Pregúntale qué tal le ha ido el día, qué necesita, cómo le hacen sentir ciertas cosas, etc. En definitiva, un niño que es criado en un clima de inseguridad, frialdad e incertidumbre difícilmente podrá desarrollar empatía hacia los demás.

2. Ayúdale a poner nombre a sus emociones
Para que los niños puedan aprender a comprender las emociones ajenas, primero es esencial que puedan identificar las suyas propias. Para ello, los padres deben desempeñar un papel central, ayudando desde los primeros años de vida a identificarlas y ponerles nombre. Más allá del lenguaje básico (estoy bien/mal), es esencial que los pequeños puedan discriminar sus estados internos. Los adultos deben hacer la función de un espejo que refleja lo que ellos sienten, ayudando así a que puedan reflexionar sobre ello.

Por ejemplo, si un hijo se muestra triste porque se ha enfadado con su amigo, se le puede decir lo siguiente: “Veo que te sientes muy triste desde que te has enfadado con tu amigo. La tristeza es una emoción desagradable pero también nos ayuda a darnos cuenta de que algo no está bien. ¿Cómo podríais arreglar el problema?”. De esta forma, se logra ayudar al hijo a entender lo que siente y la relación que esto tiene con sus acciones.

3. Hazle partícipe de las conversaciones
Es importante que los niños de la casa puedan sentirse parte de la familia cuando se mantienen conversaciones. Aunque hay temáticas que ellos no pueden entender, siempre es aconsejable animarlos a comprender las dinámicas de las charlas, donde cada uno expresa su opinión. Esto les ayuda a contemplar que hay otros puntos de vista además del suyo y, por consiguiente, favorecer su habilidad para empatizar.

4. Enséñale a resolver conflictos con asertividad
La empatía es muy importante a la hora de resolver conflictos con otras personas. Este es un pilar básico para poder comunicarnos asertivamente, es decir, defender nuestros derechos sin por ello herir a los demás. Enseñar a los más pequeños a resolver sus diferencias de esta manera es un gran paso para alimentar su empatía. En las edades más tempranas, se les puede enseñar a ser asertivos con la metáfora del dragón, la tortuga y la persona. Mediante esta, se les indica que no deben ser agresivos con los demás (como un dragón) ni tampoco adoptar una actitud sumisa (como una tortuga). En su lugar, deben comportarse como personas que saben escuchar y comunicar lo que sienten.

5. Utiliza cuentos
Los cuentos son una excelente herramienta para enseñar valores a los más pequeños. Mediante ellos, se les puede enseñar la importancia de la empatía y las emociones. A través de los relatos y sus personajes, pueden entender de forma más sencilla un concepto que a veces les resulta demasiado abstracto. Actualmente, existen numerosos cuentos específicamente creados para abordar temáticas como esta.

6. Juego simbólico
Este tipo de juego es aquel en el que los niños actúan como si fuesen papás, mamás y otro tipo de personajes reales o imaginarios. Jugar con los hijos de esta manera no sólo refuerza el vínculo, sino que además permite a los más pequeños entrenar su capacidad empática y sus habilidades sociales. Con el juego simbólico los niños plasman sus intereses, preocupaciones y emociones. Por ello, este escenario lúdico es una excelente oportunidad para ayudarles a entender los estados internos propios y ajenos.

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