Ni le conozco ni he seguido su carrera. De Ilia Topuria conozco (o conocía) lo básico: que es un luchador de artes marciales mixtas, y que el pasado mes de febrero se convirtió en el primer español campeón de la UFC. Bueno, que era luchador y que este año había ganado algo importante. 'Topuria: Matador' es por lo tanto una historia con final feliz.
Según la versión oficial, se trata de la historia de superación personal de Ilia, desde su Georgia natal en guerra y su llegada a España, hasta catapultarse como el campeón mundial en el combate de su vida. Es lo que tienen las películas documentales, que por lo general nos spoilean la historia. Una historia que por lo general tienden a engolar y enmarcar.
En especial si es una historia de éxito y el protagonista está 100% implicado, como es por descontado el caso. Aquí se nos abren dos vías: la del fan y la del no fan. La de quien acude al un concierto a escuchar sus canciones favoritas y la del acompañante que no sabe dónde se ha metido. Y 'Topuria: Matador' viene a cumplir en ambas. O con ambos.
Se trata de un documental ágil y bastante cuidado en lo formal que logra captar y mantener nuestro interés hasta el final, en un clímax que no por conocido resulta menos vibrante. A lo largo de sus muy ajustados 90 minutos 'Topuria: Matador' se hace fuerte en su retrato de un protagonista además carismático que va más allá de lo público y evidente.
Es, precisamente, la principal valía de este o de cualquier documental: ir más allá de lo público y evidente, y en casos como el presente, descubrirnos a la persona detrás de la figura. 'Topuria: Matador' lo consigue más menos bien, dando una idea que puede ser tan aproximada como, aun a pesar de sus cuantiosos dejes humanistas, convenientemente engolada.
Aquí, también, se nos abren dos vías: el que quiere saber más de su vida personal y el que quiere saber más de la profesional. A mí me interesa más la segunda que la primera, y me convence más cuando se adentra en la trastienda de una profesión para un servidor poco conocida. Me resulta más natural y genuino. Aunque ambas sean indivisibles.
Y es que 'Topuria: Matador' bascula entre lo personal y lo profesional, obvio, tratando además de abarcar demasiado en tan sólo 90 minutos, sacrificando cualquier tipo de profundidad y siendo, en suma, un retrato enérgico pero poco analítico, por demás entretenido, convincente y aunque algo escaso, llegado el momento incluso emocionante.
Esto es, 'Topuria: Matador' es un buen documental que no hará afición pero que cumple de sobra con el que la tiene o con el que no. Una victoria... solvente.