

A veces, ¡las personas dejan de oler! Un café recién hecho que no huele a nada o una flor sin perfume... La anosmia es una condición en la que el olfato desaparece sin previo aviso, pero, ¿qué enfermedad hay detrás o solo es un problema en la nariz?
La pérdida del olfato no es un simple resfriado mal curado. Según el Instituto Nacional de la Sordera y Otros Trastornos de la Comunicación (NIDCD), esta condición puede estar vinculada a infecciones respiratorias, trastornos neurológicos o incluso ser un efecto secundario del envejecimiento. Pero ¿qué la provoca exactamente? ¿Cómo saber si la padeces y qué se puede hacer al respecto?
¿Qué es la anosmia y cómo afecta al sentido del olfato?
El olfato es el sentido más vinculado a la memoria y la emoción. Sin embargo, la anosmia lo apaga por completo, como si alguien desconectara un cable en el cerebro. Se trata de la incapacidad total o parcial para percibir olores y puede ser temporal o permanente, dependiendo de la causa subyacente, describe el Instituto Médico Mayo Clinic.
Mientras que una gripe puede dejarnos con la nariz tapada y el olfato comprometido por algunos días, la anosmia persistente es otro nivel de desconexión. Quienes la padecen pueden experimentar desde una sensación de vacío en la percepción de su entorno hasta trastornos en el apetito, ya que el gusto y el olfato están estrechamente relacionados. Después de todo, sin la capacidad de detectar aromas, la comida se reduce a una combinación insípida de texturas.
Principales causas de la anosmia: desde infecciones hasta trastornos neurológicos
Si bien una congestión nasal es la causa más común de la pérdida del olfato temporal, la anosmia crónica es otro asunto. Entre las principales razones que la provocan, encontramos:
1. Infecciones respiratorias y COVID-19
El COVID-19 trajo consigo una ola de casos de anosmia repentina. Antes de que apareciera este virus, pocas personas conocían el término, pero ahora es un síntoma ampliamente documentado. Virus como el de la gripe, el resfriado común e incluso la sinusitis pueden inflamar las fosas nasales y bloquear los receptores olfativos.
2. Enfermedades neurológicas
El olfato está profundamente conectado con el cerebro. Enfermedades como el Parkinson y el Alzheimer pueden afectar las vías neurológicas encargadas de procesar los olores, haciendo de la anosmia una señal temprana de estos trastornos.
3. Lesiones cerebrales y traumatismos craneales
Un golpe fuerte en la cabeza puede alterar las conexiones nerviosas del sistema olfativo. El nervio olfatorio es delicado y cualquier daño en él puede ser irreversible, dejando al afectado en un mundo sin aromas.
4. Exposición a sustancias tóxicas y medicamentos
Algunos productos químicos agresivos pueden dañar permanentemente los nervios olfativos. De igual manera, ciertos medicamentos, como los utilizados en quimioterapia, pueden causar anosmia como efecto secundario.
5. Factores genéticos y envejecimiento
Con el paso de los años, muchos sentidos comienzan a deteriorarse, y el olfato no es la excepción. Algunas personas nacen con anosmia congénita, sin la capacidad de percibir olores desde su nacimiento.
La anosmia no siempre se presenta de forma repentina. En algunos casos, el olfato se va deteriorando poco a poco, lo que dificulta que la persona note el cambio. Algunos signos de alerta incluyen:
Incapacidad total o parcial para percibir olores.
Cambios en la percepción de los sabores, ya que el gusto y el olfato están conectados.
Falta de interés en la comida debido a la pérdida de la experiencia sensorial completa.
Sensación de congestión sin presencia de resfriado.
Para diagnosticar la anosmia, los médicos suelen realizar pruebas olfativas en las que se evalúa la capacidad del paciente para detectar distintos olores. También pueden recurrir a imágenes como resonancias magnéticas para descartar problemas neurológicos.
¿La anosmia tiene cura? Tratamientos y soluciones
El tratamiento de la anosmia depende de su causa. En los casos en los que la pérdida del olfato es provocada por una infección, es probable que regrese de forma natural una vez que la inflamación disminuya. Sin embargo, cuando el daño es neurológico o traumático, la recuperación puede ser más complicada.
Algunas estrategias incluyen:
Corticosteroides: Reducen la inflamación en casos de sinusitis crónica o alergias severas.
Terapia olfativa: Un entrenamiento basado en la exposición a diferentes olores para reactivar las conexiones neuronales.
Cirugía: En situaciones donde hay obstrucciones físicas, como pólipos nasales, la intervención quirúrgica puede restaurar el olfato.
Para quienes no pueden recuperar su capacidad olfativa, la adaptación es clave. Aprender a depender de otros sentidos, como el gusto y la vista, puede ayudar a compensar la ausencia del olfato en la vida diaria.
La anosmia es más que una simple pérdida del olfato; es una condición que afecta la calidad de vida de quienes la padecen. Desde la conexión con los recuerdos hasta la seguridad (identificar alimentos en mal estado o detectar humo), su impacto es muy significativo.
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