

Sentir piernas pesadas, pies fríos o un hormigueo persistente en las extremidades puede ser más que una molestia: son señales de que la circulación sanguínea no funciona adecuadamente. Según la British Heart Foundation, existen hábitos sencillos y ciertos cambios de estilo de vida es posible mejorar el flujo sanguíneo en casa y prevenir complicaciones que afectan a millones de personas.
Practicar ejercicio regular: caminar, nadar, andar en bicicleta, bailar o yoga favorecen la salud cardiovascular y estimulan el flujo sanguíneo. Es recomendable al menos treinta minutos diarios de actividad moderada, adaptando la intensidad a la condición física de cada persona.
Elevar las piernas: hacerlo varias veces al día, especialmente tras periodos prolongados de pie o sentado, facilita el retorno venoso y disminuye la hinchazón. Lo ideal es colocar las piernas por encima de la cadera e, incluso, por encima del corazón. Levantarse y estirarse con frecuencia: levantarse cada hora, realizar pequeños paseos o ejercicios de estiramiento ayuda a evitar el sedentarismo y favorece la circulación.
Masajes suaves en las extremidades: estimulan el flujo sanguíneo y alivian la sensación de pesadez en piernas y brazos. Alimentación saludable: optar por frutas, verduras, cereales integrales y proteínas magras. Reducir el consumo de sal, grasas saturadas y azúcares refinados. Seguir preferentemente la dieta mediterránea, reconocida por su impacto positivo en la salud vascular.
Mantener una adecuada hidratación: beber entre seis y ocho vasos de agua al día para mantener la sangre en condiciones óptimas, salvo indicación médica particular en casos como insuficiencia cardíaca. Uso de medias de compresión: pueden ayudar a prevenir la hinchazón y mejorar el retorno venoso, pero siempre deben elegirse con asesoramiento profesional.
Evitar fumar: el tabaco y la nicotina contraen los vasos sanguíneos y restringen el flujo sanguíneo, aumentando el riesgo de complicaciones graves. La exposición a cigarrillos electrónicos también resulta perjudicial. Ropa y calzado adecuados: preferir prendas holgadas y calzado cómodo para no dificultar la circulación; se debe evitar la ropa ajustada, especialmente en piernas y pies.
Cuándo acudir al especialista
Ignorar problemas circulatorios puede derivar en úlceras, coágulos, varices, heridas que no cicatrizan o, en casos extremos, amputaciones. Por eso, ante síntomas persistentes, dolor intenso, pérdida de sensibilidad, hinchazón repentina o sospecha de coágulos, resulta esencial consultar a un especialista. El diagnóstico puede requerir ecografías Doppler, análisis de sangre o estudios de imagen. El tratamiento abarca desde cambios de hábitos hasta medicación o cirugía.
La circulación no mejora de manera espontánea si no se adoptan medidas. Incorporar hábitos saludables, consultar a profesionales ante síntomas preocupantes y seguir las indicaciones médicas permite controlar y mejorar el flujo sanguíneo, reducir el riesgo de complicaciones y disfrutar de una mejor calidad de vida, coinciden los especialistas.
Síntomas y causas de la mala circulación
La circulación deficiente aparece cuando el flujo sanguíneo se ralentiza o encuentra obstáculos, como placas de grasa, coágulos o vasos estrechos. Afecta con frecuencia a personas mayores de cuarenta años, con sobrepeso, diabetes, presión arterial alta, colesterol elevado o vida sedentaria, según la Cleveland Clinic. El tabaquismo y diversas enfermedades cardiovasculares también incrementan el riesgo, coinciden la British Heart Foundation.
Reconocer los síntomas resulta clave para actuar a tiempo. Los avisos más comunes incluyen dolor o debilidad muscular al andar, hormigueo, piel pálida o azulada, dedos fríos, entumecimiento, hinchazón, venas que sobresalen e, incluso, llagas o úlceras cutáneas. Estas señales suelen aparecer en piernas, manos, pies y dedos, y pueden indicar desde insuficiencia venosa crónica hasta enfermedad arterial periférica.
Las causas habituales de mala circulación son diversas: aterosclerosis (acumulación de placa), presión arterial elevada, diabetes, trombosis venosa profunda, embolia pulmonar, varices y enfermedad de Raynaud. El exceso de peso obliga al corazón a un mayor esfuerzo y facilita la aparición de otros factores de riesgo.




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