cómo funcionaba el cortejo durante la época de 'los bridgerton'

Curiosidades 03 de junio de 2024 Yerandi Santana Yerandi Santana
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Para las clases altas británicas del siglo XIX, encontrar la pareja adecuada para el matrimonio era una de las metas más importantes de su vida, ya que ponía en juego la continuidad de su linaje y de su fortuna. No es que el amor no tuviera importancia, pero era solo un factor a considerar junto a la conveniencia y a la reputación.

La búsqueda de esta pareja adecuada estaba sujeta a unas normas sociales muy estrictas, que establecían qué comportamientos eran adecuados y decorosos. Saltárselas no solo conllevaba críticas y habladurías, sino que podía comprometer seriamente la reputación de una persona y complicarle la búsqueda de pareja en el futuro.

La ficción ha retratado a menudo este complejo mundo de cortejos reglamentados, desde las novelas de Jane Austen como Orgullo y prejuicio hasta la popular serie de Netflix Los Bridgerton. ¿Pero cómo funcionaban exactamente estas dinámicas?

RESERVADO A LAS ÉLITES
En primer lugar, las clases altas debían considerar el matrimonio como una oportunidad de ascender o, cuanto menos, no descender en la escala social. Por ello, era muy importante crear ambientes exclusivos para que los caballeros y damas en edad casadera se conocieran: con este objetivo se organizaban bailes, fiestas de la alta sociedad o espectáculos de teatro o música; lugares a los que solo podía acceder la gente bienestante, para asegurarse que la gente que conocerían tenían un cierto estatus.

Cuando hablamos de clases altas no nos referimos solo a la aristocracia: aunque era preferible que una persona noble se casara con otra, también se abrían a candidatos burgueses si su riqueza y prestigio eran considerables; los hombres en particular tenían menos presión para escoger una pretendienta de su mismo rango y podían permitirse valorar un noviazgo con una “plebeya” siempre que la diferencia no fuera vergonzosa.

Aunque existían los matrimonios de conveniencia, generalmente los hijos y a veces también las hijas tenían un cierto margen de elección para aceptar o rechazar pretendiente dentro de un elenco de candidatos considerados socialmente aceptables. Eso sí, la familia normalmente “aconsejaría” a su prole respecto a las opciones de matrimonio (invitando a posibles candidatos a tomar el té u otras actividades sociales) y rechazaría un noviazgo que supusiera una rebaja de estatus.

Incluso existía una “temporada” idónea para buscar pareja, durante la primera mitad del año, ya que en esa época el Parlamento se reunía en Londres y la capital británica concentraba a la flor y nata de la alta sociedad, por lo que era cuando más eventos se organizaban. Las damas generalmente se encargaban de organizar estas veladas y controlaban escrupulosamente quién era invitado a ellas.

LA ETIQUETA IMPRESCINDIBLE
La alta sociedad se distinguía no solo por su riqueza y estatus, sino por observar una estricta etiqueta y unos modales impecables. Hacer algo fuera de lugar o antes del momento adecuado podía ser interpretado como señal de mala educación o de falta de decoro.

Aunque los bailes eran ocasiones ideales para buscar pareja, había que ceñirse a la etiqueta. Por ejemplo, estaba mal visto que una mujer bailara más de dos veces seguidas con el mismo hombre si no se conocían de antes; y si rechazaba una invitación a bailar no podía aceptar otra inmediatamente, pues era prácticamente insultar a quien le había invitado primero.

NATIONAL GEOGRAPHIC

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