El enigma de la 'lechuza de oro' por fin está resuelto: los acertijos para encontrar esta escultura escondida

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Pocas búsquedas del tesoro actuales han mantenido a tantas personas intrigadas durante tanto tiempo como la de la Lechuza de Oro, que se prolongó por 31 años. Con once complejos acertijos que desafiaron a miles de cazadores en todo el mundo, este enigma ha sido uno de los más longevos y difíciles de resolver, marcando un hito en la historia de las búsquedas de tesoros.

 Pero en 2024 el misterio de la Lechuza de Oro ha llegado a su fin tras más de tres décadas de intriga y acertijos. Esta búsqueda del tesoro, iniciada en 1993 por el escritor Régis Hauser, bajo el seudónimo de Max Valentin, y el artista Michel Becker, finalmente se ha resuelto. La noticia fue confirmada por el propio Becker en un foro de Discord, explican en BBC, donde miles de cazadores de tesoros de todo el globo seguían expectantes el desarrollo del evento.

El reto, que cuenta con su propio portal web, consistía en encontrar una réplica de la Lechuza de Oro, una estatuilla de 10 kilogramos de oro y plata incrustada con diamantes, que había sido enterrada en un lugar secreto en Francia. Para llegar a ella, los participantes debían resolver once complejos acertijos contenidos en el libro Sur la trace de la chouette d’or. A pesar de los 31 años transcurridos desde el inicio de la búsqueda, el enigma ha mantenido a más de 7.000 personas comprometidas con la resolución de este rompecabezas.

El origen del desafío y su evolución
El proyecto nació con la intención de que los acertijos fuesen resueltos en menos de un año, según el propio Valentin. Sin embargo, la inclusión de pistas falsas y la complejidad de los enigmas hicieron que la caza se extendiera durante décadas. A lo largo de estos años, la búsqueda no solo atrajo a entusiastas de todo el mundo, sino que también estuvo marcada por problemas legales y financieros. La Lechuza de Oro, valorada en más de 150.000 euros, fue incautada en 2004 tras la bancarrota de la editorial original.

 La situación se complicó aún más tras la muerte de Valentin en 2009, quien dejó la solución en un sobre sellado bajo la custodia de su abogado. No fue hasta 2021 que Becker logró obtener el contenido del sobre, lo que le permitió viajar al lugar indicado y verificar que el tesoro seguía allí, aunque oxidado y con una réplica de bronce en lugar del original.

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